jueves, 6 de diciembre de 2012

El 7D llegó (hace rato)...


Todos saltaron de sus butacas al escuchar el dictamen, o para ser más precisos, al leer en redes sociales el eco de la corte suprema. Sí, yo también, pero yo vengo pensando en escribir de esto hace unas semanas ya, por encima de los planteos políticos que se puedan hacer. Sagazmente, aprovecho que el hierro está más caliente que nunca, para darle un poco de mi forma de pensar. La libertad de expresión es un asunto para nada ajeno a alguien que se considera un libre pensador, que intercambia opiniones con gente a favor y en contra del gobierno nacional, pero que no sale a agitar ninguna bandera. Ni el Estado ni ninguna otra corporación van a tener el gusto de verme haciendo ruido para servir a sus intereses. Sólo tengo un pacto conmigo mismo, y con nadie más. Yo no me quiero “casar”. Yo sólo tengo un juicio propio de las medidas que toma el gobierno, una conciencia histórica que nos llevó al hoy y un deseo de transformar la realidad desde mi lugar, desde mi pequeño círculo de… (me estoy yendo al carajo, ¿Queda claro que no me garpa ni Clarín ni el Estado, no?...Bueno).  

   El título de este ensayo quedará claro cuando se alcance la idea principal que les traigo. El siguiente planteo tiene como objetivo final mostrar un curso de acción que uno puede tomar frente al poder de los medios en general.

ESTADO DE LA CUESTIÓN

   Para quien no esté adentrado en la actualidad ni en las cosas de la política (hace bien, dado que todo Estado moderno en el contexto de un mundo capitalista es un nido de urracas) le cuento brutalmente resumido qué onda con esto de los medios: desde hace dos años que se viene tratando de cambiar una ley de la dictadura sobre los medios de comunicación. En teoría, se plantea garantizar la libertad de expresión, haciendo que se escuchen distintas voces, brindando el espacio a distintos personajes de tener su medio de comunicación. Particularmente, me entusiasmó mucho enterarme de que los pueblos originarios, por primera vez, van a tener su espacio para transmitir su realidad de las cosas.

   Resulta que, entre otras cosas, busca desarticular un monopolio de multimedios que erigió el Grupo Clarín. Básicamente, fue servil a la dictadura y a los gobiernos neoliberales de los ’90 (y cuando le convenía servir al ascenso Néstor, también… digámoslo). Desde el punto de vista empresarial, fue reventando la competencia a nivel local y absorbiendo medios en todo el país. Aprovecho para contar que fútbol para todos, además de ser un espacio de bajada de línea oficialista, fue creado con el objetivo de que la señal de los partidos llegue a todos sin tener que tener Cablevisión, que habiéndose apropiado de un montón de medios, también logró tener la exclusividad de los doparti que movilizan a los fanáticos futboleros (*).  Acá es uno de los tantos lugares donde jugó el monopolio, así como también al poner en fila a todos los medios para tirarle bosta al gobierno.

   ¿Por qué saltó la bronca? La ley dicta que uno no puede tener más de 24 licencias bajo su regazo, y dado que Don Magneto (**) tiene como 300, interviene el poder judicial para que el Grupo Clarín devuelva la bolsa. El gobierno puso un día para que se realice eso, el dichoso “7D” (ya si no sabías esto, sos un cangrejo ermitaño) dado que Clarín había pedido un poco más de tiempo para hacer la tarea, la dichosa “medida cauterlar”, que puntualmente eximía al grupete de largar parte de su patrimonio. La cosa reventó porque se dio una prórroga, es decir, se dilató la medida cautelar, y nos pincharon la ilusión de la libertad de prensa que habíamos erigido.

CUARTO PODER

   Efectivamente, hay gente que sigue pensando como hace varias décadas: si algo está en un diario, o si se dice en el aire, ha de ser verdad, indefectiblemente. Si quiero enterarme de lo que pasa en el mundo, si quiero aprehender “la realidad”, tengo que prender la tele, escuchar la radio, comprar el diario, etc. Se ha erigido el “cuarto poder", lo cual no es nada nuevo ni nada que yo descubrí, el cual existe porque se le dio dicho poder. Al igual que el Estado descripto por un tal Thomas Hobbes en su obra “Leviathan”, el periodismo es una especie de monstruo que las mismas masas dotan de poder. Los hombres y mujeres se subordinan ahora frente a una estructura que les cuente cómo es la realidad.  Podríamos articularlo con la alegoría de la caverna de Platón, también, pero a lo que yo apunto, más que a el camino que uno trace para llegar construir una verdad, es el intermediario que existe, las instituciones que existen y que pretenden someternos. De allí que lo encaré por ese lado. Yo no estoy para nada en contra de la Ley de Medios, pero dado que la justicia tiró para el lado de los poderosos, yo ya estaba gestando en mi cabeza una propuesta (auto)superadora. Si todos miramos la pantalla, si nos alimenta y lo retroalimentamos, si nos hacemos eco de todo lo que se pone al aire, el monstruo crece, por consenso nuestro.

   Es por esta razón que no me paro del lado ni de “Periodismo para todos” ni de “678” a la hora de hablar de este tema, y para decirlo de una forma extremista. A los dos programas los veía, puesto que cada uno brindaba una perspectiva diferente de la actualidad argentina. Toda persona comprometida con la realidad tiene la obligación intelectual de “escuchar las dos campanas”. Cada vez los fui viendo menos porque se iba haciendo claro el mapa de intereses, más allá de la legitimidad y la calidad de la información. A mí me sirve mucho informarme, y respeto mucho a quienes lo hacen, pero si la información no tiene un compromiso, o mejor dicho, si lo que se hace es comprometerse con una corporación o institución, y se abandona la construcción de un panorama, ya no tiene sentido. Eso nadie que esté en la caja boba me lo va a garantizar. No por un nihilismo juvenil e infundado, no por ser “rebelde sin causa”. Es por el pacto que tengo conmigo mismo de libre pensador. Me encantó, entre otros informes, que Lanata pusiera a la luz a un hijo de puta como lo es Gildo Insfrán, o el seguimiento del caso de Boudou, o de cómo el gobierno se hizo de un caudillo como D’elia. El día que él mismo dejo en claro que era un peón de Clarín, sentí que el gordo no era de los míos, cuando toda la vida se puso la camiseta de periodista independiente, y fue de los pocos que habló de la mierda de las décadas pasadas. Me parece bien que 678 transmita las medidas que toma el gobierno para sostener el crecimiento económico, pero sigue siendo un espacio bancado con la plata de un pueblo que tiene derecho a pensar diferente. Por eso tampoco milito, porque a mí nunca me va a gustar ser peón de ningún aparato de dominación, aún si algún día estamos en el comunismo más utópico (¡Porque es un fucking aparato de dominación!)…

   El monopolio del Grupo Clarín es real, porque más allá de noticias, es quien tiene la última palabra en importación de libros, en la difusión de música, películas, en resumen, tiene el control de la cultura que te puedas llegar a servir. Asimismo, el proyecto que pretende llevar a cabo el Gobierno, como muchos dicen, es un arma de doble filo, ya que simplemente puede pasar a cambiar el dueño del monopolio…el resto, es un salto de fe que cada quien decide dar, fuere por el bando que fuere.

¿HASTA DÓNDE VALE LA PENA CALENTARSE?

   La ley de medios tuvo de positivo, además de la regulación, que trajo a la luz el debate sobre si en verdad estamos escuchando todas las voces, todas las opiniones,… ¡Es imposible! La misma crisis de representatividad que puede existir en una sociedad sobre a quién votar, la hay desde lo que piensa cada quién. Es un buen ideal, pero lo mejor de ello, es que empezamos a hacernos consientes de que todos tenemos voz y opinión, en la medida que la hagamos presente. Uno tenía automatizado el ejercicio de prender la tele o sentarse a leer soberbiamente el diario en la mesa, pensando que esa actividad edificante lo realizaba como ser inteligente. La posta es que hoy existe internet, que además de la impresionante oferta de estupideces que trae, es un canal completamente abierto. Tenés la página del diario para no tener que garpar para leer noticias, pero también tenés además incontables diarios independientes virtuales, blogs de opinión, miles de espacios autogenerados y autogestionados, ¡Y podés tenerlo vos también!

   Al calor de la gestación del dichoso 7D, muchos abrimos nuestros ojos, nuestros oídos y nuestras mentes. Hoy cada quién puede emprender un camino de buscar los medios informativos que más le interesen, que más lo llenen, que más lo representen. Si seguís mirando la tele, vas a seguir alimentando a un monstruo, pues de esto se trata el 7D: ¿Quién va a tener más agarrado al monstruo? O quién va a tener más monstruitos. Por eso me animo a decir que EL 7D LLEGÓ HACE RATO. Llegó y se está logrando la libertad de expresión gracias a que se plantea que existen otros medios para llegar y para recibir, y que cada quién está en facultades de opinar. El contenido de lo que dice, ha de someterse a otro tipo de pruebas, pero los derechos y las oportunidades están. Desde hace rato. Hoy no necesito que Clarín se venga abajo. Hoy no me interesa lo que pasan por la tele. Me basta haber tenido y continuar mis estudios sobre historia, sociología, economía y filosofía para ser yo quien interprete mi visión subjetiva de las cosas, y los medios serán una herramienta más para poder yo ver las cosas. El que no tiene esos conocimientos, toma sin digerir, sin analizar, lo que dice Clarín, porque estaba establecido que los diarios tenían la verdad de las cosas, siendo emisarios fieles que venían a contarnos cómo es el mundo más allá de las fronteras, o fuera de las paredes de nuestras casas. Esos medios seguirán siendo un aporte para mí, pero hoy puedo declararme libre de darle la bola que se me cante, y de darle bolilla a quien se me cante.

   Está en cada quién saber buscarlo. Si a un buscador web me remito, va a aparecer primero en los resultados quien más haya tranzado con cierto buscador para ello, pero hoy la información se transmite de forma horizontal y cada vez más libremente. Hoy no existís en la web sin Google, es la posta…¡No se diga más! De ahora en más, busquemos alternativas superadoras de la ley desde la conciencia en sí, que la información nos llevará a seguir desmantelando otros monopolios que siguen causando estragos.
No necesito ninguna ley. No necesito ningún control.

NOTAS
(*) Me parece bárbaro que quien quiera disfrutar del fútbol lo haga. Para mí, va a seguir siendo un espectáculo de 22 tipos detrás de una pelota, y una cortina para los malestares sociales.
(**) Léase “Mañeto”. Sí, yo también me cagué todo y pensé “¡No! El villano de X-men está metido en esta tramolla. Era de suponerse”…


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